Superar malos momentos

"Cuando estamos en éxtasis, miramos hacia arriba, hacia el cielo, hacia el infinito, y cuando estamos pasándolo muy mal, tendemos a mirar hacia abajo, hacia el suelo, hacia lo finito"

Tal Ben- Shahar, profesor de Harvard

Y ambas miradas son necesarias para completarnos como personas.

El hecho de que pasarlo mal tenga un sentido y no ayude a crecer como personas tampoco significa montar una tienda de campaña en esos momentos. La idea es salir de ello lo antes posible y con el máximo aprendizaje posible.

Por tanto ¿qué podemos hacer si lo estamos pasando mal?

 1. Aceptarlo

            No vale la pena negarlo, decir que estás bien cuando por dentro no estás en tu mejor momento. Has de comenzar a reconocértelo a ti mismo.

 2. Hablarlo para no convertirlo en gigante

         Los silencios y nuestras noches deforman la realidad. Verbalizarlo con alguien de confianza nos ayuda a contemplarlo desde fuera. Equivaldría a quitarle la sábana al fantasma ya ver que no es para tanto.

 3. Identifica el aprendizaje

            Cuando somos capaces de entender qué nos aporta, podemos dar pequeños pasos para salir de él. Cada aprendizaje es un peldaño hacia su salida.

 

4. Busca recursos mentales, emocionales o físicos.

            En lo mental, nos ayuda a relativizarlo, enmarcarlo en su justa medida o el sentido del humor. Busca a ese amigo que sea capaz de hacerte reír de lo que te duele.

            En el plano emocional, nos viene bien cuidarnos, recogernos en sensaciones amables. Huir de discusiones que aportan bien poco.

            En el terreno físico, el deporte o simplemente un baño o un masaje nos permiten ir separándonos un poquito más de ese mal momento.

No se olvida, ni desaparece, pero al menos, nos permite tomar algo más de distancia.

5. Prácticamente el 100% de los desiertos se superan.

            A veces es una cuestión de tiempo. Pero en la medida en que se confíe, se tiene más energía para continuar adelante.

            Todos vivimos malos momentos. Algunos se superan rápido y otros nos pueden llevar varios meses. Ambos forman parte de la aventura de vivir. No tenemos que ir a buscarlos ni regocijarnos en ellos, pero sí aprovecharlos como maestros para conocernos más a nosotros mismos, para aprender y para renovarnos como personas.

Anterior
Anterior

Hacer juicios nos protege, pero ¿de qué?

Siguiente
Siguiente

Autodiálogo